The Stone of Madness: Memorias de una gran evasión
Hace no mucho tiempo, en un paraje perdido del valle de Ordesa, a pies del majestuoso Monte Perdido, encontré en uno de mis paseos por la naturaleza un pequeño cuaderno de cuero. Desgastado por el inevitable paso del tiempo, sus cuarteadas páginas alojaban letras escritas años ha en un castellano antiguo que me resultaba arduo de descifrar. Tras jornadas de incesante empeño por descubrir los hechos allí narrados decidí llamarlos «The Stone of Madness» y es que sus palabras ocultas narraban, de su propio puño y letra, las vivencias de un sacerdote y sus cuatro compañeros, en un monasterio Jesuita del Siglo XVIII donde estaban encerrados. Una abadía que albergaba un manicomio y una prisión inquisitorial y donde sucedieron hechos atroces, casi innombrables.
Una aventura de cinco prisioneros cocinada en el mismo averno que un penitente a la luz de una incandescente vela y que hoy vengo a darte a conocer, no seré yo quien juzgue lo que aconteció aquellos días, simplemente te transcribo las palabras que en aquel ajado manuscrito encontré. Espero, caro lector, que os sea dado comprender la verdad.

Día 1 – Un viaje a la locura
Año 1799 de nuestro señor, mi nombre es Alfredo Martín y dedico mi vida al prójimo y al estudio de escritos. Siendo sacerdote de una humilde parroquia, discurren mis días con sosiego en plácida comunidad. Pero hace unos días todo cambió con la llegada de una carta por parte del santo inquisidor. En ella requerían mi presencia y conocimientos en un pequeño y alejado monasterio enclavado en Los Pirineos, una abadía que hace las veces de manicomio y prisión inquisitorial, un lugar del que casi nadie ha oído hablar y los pocos ecos que llegan de su presencia parecen palabras sacrílegas y alejadas de toda razón, entre susurros las voces la llaman The Stone of Madness.
Hace días que inicié mi travesía, y en unas pocas horas, si Dios lo permite, llegaré a mi destino. El camino para llegar allí ha sido largo y no exento de peligros, pero la belleza que atesoran los paisaje que he atravesado hace que valga la pena. Los ríos de color azul verdoso, los frondosos bosques, el sol del atardecer a mi espalda… querido diario parece que mis ojos ya otean en el horizonte los muros antiguos del monasterio.

Día 3 – Desesperación
Fatídicas noticias te traigo hoy, tan solo llevo dos días en esta institución a la que llegue como invitado, pero hoy te escribo desde mi celda, como prisionero. Aunque la vida en este recóndito monasterio trascurre con aparente normalidad, mis investigaciones no han gustado al inquisidor y he sido encerrado por intentar denunciar la corrupción de este otrora sagrado lugar.
Debéis saber que graves sucesos están ocurriendo entre los muros de este sanatorio, ocultos a los ojos del hombre, pero no de nuestro todopoderoso señor. La oscuridad de los hechos que suceden deben ser esclarecidos, la verdad es la luz que guía mi camino. Locos y enfermos, aislados del mundo, sufren acosados por castigos crueles y salvajes experimentos. Es mi deber escapar de mi cautividad y hacer saber lo que aquí acaece.
Día 5 – Un grupo de inadaptados
Mientras recorro las estancias de esta antigua institución aprovecho cada momento del día para investigar y buscar una salida de esta inexpugnable roca, sus altos muros, la vigilancia continua por parte de guardias y clérigos… no parece posible acometerlo yo solo. Por suerte he conocido a cinco compañeros, cada uno de ellos con habilidades y recursos únicos, y juntos tendremos una oportunidad de escapar. Hoy quiero hablarte de ellos, nuestra situación común y la intensidad de sentimientos abrumadores que vivimos en este encierro, hace que para mi, pese a la brevedad de nuestra relación, sean ya hermanos.
La primera que conocí en mi encierro fue Leonora Guzmán, una joven hija de comerciantes adinerados y con gran cultura, sabe leer e incluso toca el violín, algo que en las noches más oscuras nos ayuda a mantener la cordura. Sufre una extraña enfermedad que afecta a sus nervios, causándole ataques violentos e incontrolables. Audaz y valiente no dudará en usar la fuerza contra los enemigos si la situación lo requiere.
Todo el mundo en el monasterio conoce a Eduardo, un afable y bondadoso hombre de gran estatura y con una fuerza colosal, es capaz de arrastrar grandes objetos o portar tablas, y además es un artesano excepcional. Puede fabricar casi cualquier objeto que necesitemos para nuestra huida. Poco más se sabe de él, lleva muchísimos años encerrado e incluso ha quedado mudo, y su historia es una gran incógnita para nosotros.

Cinco almas habremos de afrontar nuestros temores para evitar la ´demencia, descubrir los misterios del Monasterio y encontrar una forma de escapar
El siguiente miembro de nuestro grupo del que te quiero hablar es Amelia Expósito, una pícara niña que perdió a su madre mientras su padre se hallaba de viaje y que, tras sobrevivir en las calles gracias a sus ágiles manos, ha terminado viviendo con una orden de monjas. Es rápida, y se mueve con soltura, capaz de desplazarse por pequeños túneles y hurtar sin ser vista. Nos ayuda porque para ella esto es un juego, y es mejor que sea así, en este monasterio hay demasiadas cosas horribles para los ojos de una tierna infante.
La última integrante de esta extraña hermandad es Agnes Santos, una anciana que ejerce como sanadora y curandera. Ella se hace llamar bruja y me habla de pactos con el diablo y rituales oscuros, pero creo que está perdiendo la cabeza. Sus pócimas y brebajes seránnos útiles y, aunque no doy fe a sus cuentos, paréceme que los guardas de este lugar aún temen los sortilegios y el mal de ojo.
Tras los adustos muros de nuestra celda hemos hallado una habitación oculta. Un lugar que utilizaremos cada noche para la preparación del plan de huida. Por el día iremos realizando pequeñas misiones y acciones tratando de no llamar la atención, pero al llegar la oscuridad estudiaremos libros, cuidaremos nuestro cuerpo y mente, crearemos objetos útiles para nuestra huida… no podemos dejar ningún cabo suelto.
Día 8 – Enfrentarse a los miedos
Escapar de The Stone of Madness no está resultando para nada sencillo, dedicamos los días a planificar una estrategia, a investigar cada estancia del monasterio, desde la lavandería al claustro, pasando por multitud de lugares prohibidos para los enfermos como el scriptorium o los jardines. Para avanzar debemos esquivar la vigilancia de multitud de guardias, soldados armados y clérigos de atenta mirada, que nos delatarán si observan acciones extrañas y nos perseguirán para detenernos. En ocasiones nos escabullimos con sigilo sin ser descubiertos, en otras… que Dios nos perdone, la violencia ha sido el único camino que hemos encontrado.
Además de las personas que nos mantienen encerrados, nuestros otros enemigos son los complejos sistemas de seguridad y trampas que nos separan de la libertad. Aquí deberemos ser creativos para conseguir resolver los rompecabezas que plantean, cada enigma es un desafío al que hacer frente. Robar una llave para abrir una puerta, alcanzar una palanca para desbloquear un puente e investigar pistas y misterios que ocultan botones y pasadizos ocultos consumen nuestras energías y recursos.
«Creo que estoy empezando a perder la poca cordura que atesoraba… los días y las noches se suceden, y mis compañeros de celda van cayendo al foso de la más absoluta locura. Nuestros intentos por escapar de esta roca inexpugnable aún no han tenido éxito.«
Por si esto fuera poco, a todos los obstáculos para que el plan de huida tenga éxito hay que sumarle el peor de todos los adversarios, nuestra mente. Estar enclaustrados entre estos muros debilita nuestra voluntad y cordura, cada uno tiene que luchar contra sus propios fantasmas. Los remordimientos, los pensamientos oscuros, la luz, la oscuridad, un cadáver… son muchos los temores contra los que combatir y tan solo el grupo unido podrá mantener la cordura.
Día 10 – La belleza sin cordura
Entre los horrores y las depravaciones que mis ojos han podido contemplar en mi encierro no ocultó que hallé también momentos de la más absoluta belleza. Recorrer los pasillos de este monasterio dedicado a nuestro señor tiene un aura casi mística que te hace sentirte cerca de él. La melancolía de los enfermos, la mirada furtiva de un guardia, una pintura colgada en la pared… cada elemento tiene su esencia propia y se siente bello. Hay un pintor de moda estos días, su nombre Francisco José de Goya y Lucientes, y todo aquí me recuerda a sus pinturas y grabados.
Pero si hay algo que me turba en demasía querido diario, es el sonido de estos muros. Las gotas que recorren las húmedas paredes de piedra, el crepitar de las velas, los pasos secos contra el suelo, el grito de los enajenados… cada nota que llega a mis oídos me acerca al foso de la perdición. Estos días encuentro pocos remansos de paz, pocos lugares donde el silencio es reconfortante y no el presagio de un peligro. Las melodías del coro de monjes suenan ahogadas, tristes, apabullantes… como si en el fondo de su ser supieran los secretos que esconden The Stone of Madness.

Día… – El final del camino
The Stone of Madness es un viaje introspectivo donde conocer las razones que inspiran nuestros miedos, una aventura de la que aprendí que en la unión reside la fuerza del hombre y que en los momentos más oscuros de la mente la tenue luz de un candelabro puede iluminar infundiendo valor a los corazones, e incluso, abrirnos los ojos para ver la verdad entre las tinieblas.
En la vida, en ocasiones, debemos hacer cosas de las que no estamos especialmente orgullosos, actos que a ojos de Dios, son despreciables, pero que al final del camino se justifican por conseguir un bien superior o por escapar de la locura… o eso quiero creer.El padre Alfredo
Hemos realizado este análisis en PC con un código proporcionado por The Game Kitchen
Enlaces de Interés
La entrada The Stone of Madness: Memorias de una gran evasión se publicó primero en DeVuego Blog.
from DeVuego Blog https://ift.tt/EciFdRV
via IFTTT
