Antro – La extinción al mejor ritmo

En el transcurso de un año, en nuestro país, se desarrollan decenas y decenas de videojuegos. Muchos son de sobra reconocidos como videojuegos españoles, ya sea porqué su temática grita a los cuatro vientos «¡soy español!», como en el caso de Blasphemous de The Game Kitchen, o por venir de estudios de renombre como Nomada Studios o los ya desaparecidos Tequila Works. Pero los casos mencionados son un porcentaje muy pequeño del total de videojuegos de gran calidad que se producen en España.

¿A quien no le ha pasado interesarse por un videojuego y descubrir de repente que es un desarrollo nacional? Suele ser una muy grata sorpresa. Es poco habitual saberlo con un primer vistazo o leyendo la sinopsis, pues muchas veces se tiende a buscar un tema, una ambientación, una historia fuera de nuestras fronteras por el motivo que sea. Es por eso mismo que, cuando un título como Antro de Gatera Studio se proclama abiertamente como «hecho en casa» en todos los aspectos, tiene un sabor especial -y nunca mejor dicho por la parte que me toca siendo un servidor de Barcelona-.

La extinción es real

Realmente se le eriza la piel a uno cuando se para a pensar cuan real podría ser el gran desastre conocido como «El Colapso» que provoca la historia que Antro nos quiere contar. Debido a la suma de el cénit del cambio climático junto con una guerra nuclear, el 99% de la humanidad se ha extinguido. El 1% restante termina viviendo en ruinas subterráneas alejadas del sol y el aire fresco, teniendo que luchar por obtener los pocos recursos que justo dan para mantenerse vivos. Cada día de vida es una victoria.

Concretamente, bajo lo que antiguamente había sido nuestra Barcelona, se ubica lo que queda de ella en forma de una ciudad subterránea llamada Antro. El gobierno totalitario conocido como «La Cúpula» ha tomado el control y coordina a los pocos supervivientes dividiéndolos en distintos estratos sociales, haciendo que vivan separados y sin poder salirse lo más mínimo de sus obligaciones y trabajos. Cualquier forma de expresión artística está prohibida -especialmente la música, que tendrá un alto protagonismo en la trama-, tratando de lograr que nadie se salga del papel que se le ha asignado, que todo el mundo cumpla su función para que esta nueva sociedad siga en pie.

Aquí entra nuestro protagonista, Nitch, quien es un repartidor que recibe el encargo más misterioso que le han hecho: llevar un paquete cuyo contenido desconoce al nivel superior, donde se halla La Cúpula. Durante su aventura descubriremos más sobre este joven divergente, quien en secreto, desde su niñez, ha estado escuchando música de forma clandestina. Nadie mejor para plantar cara a la dictadura impuesta.

La sorpresa del ritmo

Parte de la magia de Antro, está en iniciar el videojuego sin saber muy bien a lo que te vas a enfrentar. Es una grata sorpresa creer que te diriges a jugar un videojuego estilo Playdead -autores de los aclamados Limbo e Inside-, un título de ensayo y error con plataformeo, pero acabar descubriendo que es mucho más. Obviamente tenemos las muy conocidas mecánicas base de este subgénero de las plataformas: correr, saltar y deslizarse. El caso es que es muy especial el momento en el que te encuentras con la primera fase de juego rítmico, introducida por cierto con una naturalidad y sutileza sorprendentes.

Nitch empieza a correr de forma autónoma, como en un juego tipo endless runner, y te das cuenta que los obstáculos están bien colocados para que tengas que golpear, saltar o deslizarte cada vez que el ritmo del rap te invita a hacerlo. Empiezas a fluir, a disfrutar de las letras -en perfecto castellano, punto extra para el desarrollo español-, y cuando terminan la canción y la fase, solo estás deseando encontrarte con la próxima carrera musical. De forma natural mueves la cabeza y la rodilla, como si estuvieras escuchando un buen disco de música, con la diferencia de que además, lo estás jugando y te está contando una buena historia.

Un arte que parte

Puede que, en un primer vistazo, Antro no parezca especialmente potente a nivel técnico, y siendo sinceros no lo és… Pero spoiler: tampoco lo necesita. Va sobrado de muchas otras cosas que le funcionan al videojuego de Gatera Studio, aquí se viene por el ritmo y el arte.

La parte auditiva es difícil de plasmar en un escrito, por lo tanto os recomiendo que vayáis a plataformas como Spotify o YouTube y simplemente disfrutéis. En cuanto al arte, en un primer vistazo puede resultar algo genérico, pero en poco tiempo nos damos cuenta de que Antro tiene personalidad propia y que, además, la inmensidad de la ciudad está muy bien lograda. Los entornos y su maquinaria se sienten gigantescos, la escala de todo lo que vemos sorprende pero no queda artificial. Y para rematar, aunque no hay muchas, pero las pocas cinemáticas realizadas con el motor del videojuego, están bien ejecutadas y dirigidas, con buenos planos de cámara y momentos divertidos de acción.

Y como guinda del pastel -este es un detalle que me ha encantado a nivel personal y que me permito el lujo de destacar-, a mis queridos paisanos catalanoparlantes, quiero recomendar encarecidamente jugar a Antro en català. Ya no solo por los textos, Gatera Studio ha doblado también el título para que podamos escuchar la historia en nuestro idioma, y de verdad que es de una calidad altísima que recuerda a aquellas series que los niños de los 90 y los 00 disfrutábamos en la televisión autonómica. Antro os va a sacar una sonrisa cuando escuchéis que os insultan al morir por el auricular en perfecto catalán, con palabras muy nuestras que no voy a escribir por respeto a vosotros queridos lectores.

Conclusión

Quizás Antro no sea el mejor videojuego del género, pero si es un notable alto de manual con un extra importante: ese sabor tan nuestro que se han atrevido a plasmar en la obra -porqué sí, las historias inspiradas en nuestro territorio, son tan buenas como las de cualquier otro lugar-. Aquellos que sean amantes nuestro querido medio interactivo y además de la música, van a disfrutar Antro también en sus oídos. Su corta duración juega a su favor, pues la historia no se diluye, formando un concentrado perfecto e interesante, una ventana que invita a reflexionar sobre a qué futuro nos estamos encaminando. Sin duda, una propuesta difícil de olvidar y que pasará a formar parte de uno de los videojuegos españoles más recomendables del presente año.

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