Análisis de A-RED Walking Robot: cuando las físicas son el juego

Hay juegos que se construyen sobre una buena historia, otros que donde el fuerte es el apartado artístico, y luego está A-RED Walking Robot, que decide que lo realmente importante es… cómo se tambalea un robot de unos centímetros al intentar caminar recto. Y lo mejor es que es desafiante a la vez que divertido, las físicas lo son todo y cada paso, obstáculo y desnivel pueden convertirse en un pozo insondable de muertes y desesperación.


Un juguete con cuerda (y muy mala leche)

El protagonista es A-RED, un robot de cuerda que parece sacado de una juguetería de los ochenta. Pequeñito, metálico y sorprendentemente expresivo. Y sí, digo expresivo porque el muy canijo no deja de gesticular según cómo lo hagamos durante la partida. Eso sí, que no esperes sonrisas: la mayoría de las veces nos mirará con cara de enfado, maldiciendo lo torpes que somos con el mando.

Aquí la precisión es el objetivo, pero lo que encontrarás es torpeza, peso, fricción y esa sensación continua de estar peleando contra la gravedad… incluso al intentar caminar en línea recta. ¿Quién diría que un robot enano y cuadradote tendría tan mal equilibrio?

Y ahí está la gracia: las físicas no son un obstáculo añadido, son el núcleo del juego. Empujar una caja, caer desde una mesa o encender un interruptor se convierte en un reto porque todo responde como debería. A-RED no es un héroe de acción al uso, sino un juguete diminuto que se enfrenta a un garaje lleno de trampas y obstáculos absurdos cuando tu tamaño es de apenas unos centímetros.

El juego no engaña: es difícil. A-RED se cae, tropieza, pierde cuerda… y muchas veces parecerá que lo tenías, pero no. Sin embargo, cada error tiene sentido: si caes, es porque calculaste mal el impulso; si un enemigo te machaca, es porque no usaste el láser o el jetpack a tiempo. Nunca se siente injusto, solo exigente. Y esa es la diferencia clave: es un reto que te invita a intentarlo de nuevo, no uno que te hace tirar el mando por frustración (bueno, alguna vez…).


El hombre que puso a caminar a A-RED

A-RED Walking Robot no viene de un gigante del sector, sino de las manos de David Kampa (JOOKITOOZ). Y probablemente no lo conozcáis de antes, porque este es su primer título. David es artista 3D, con experiencia previa en publicidad y en alguna producción cinematográfica, pero su rumbo cambió tras la pandemia.

Durante ese tiempo encontró trabajo como artista 3D en una empresa de videojuegos, donde aprendió a manejar Unity y a crear assets para proyectos interactivos. Con esa base y la inquietud de probar suerte por su cuenta, decidió lanzarse al mundo indie. Armado con tutoriales de programación y mucha paciencia, empezó a dar forma a este pequeño gran proyecto. El resultado no es solo un juego: es también un personaje con carácter propio, donde la torpeza mecánica se convierte en su mayor virtud.

El hecho de que una sola persona, en su primer intento, haya logrado un título con esta personalidad es casi tan meritorio como sobrevivir a una caída de estantería con A-RED. Se nota dedicación, se nota obsesión por los detalles, y se transmite un cuidado constante que acompaña cada paso tambaleante del robot.


La física como núcleo e identidad

Donde otros juegos usan físicas como complemento, aquí son el motor y el centro de la acción. Cada caída, cada paso tambaleante y cada golpe contra el suelo se siente con un peso específico. Y es esa vulnerabilidad realista la que convierte el desafío en algo adictivo y disfrutón. Es un título que, más que pedirte habilidad, te pide paciencia y cariño: entender cómo funciona su cuerda, cómo reacciona su cuerpo de juguete, y acompañarlo en un viaje tan torpe como sorprendente.

Y lo bonito es que esa identidad no nace solo del “robotito virtual”, sino de lo que representa: un juguete de cuerda de los de antes, de esos que avanzaban tres pasos gloriosos antes de pegarse un trompazo contra la pata de la mesa. A-RED es exactamente eso, pero en digital, y ahí está el encanto.

Te recuerda tanto a la torpeza de tus propios juguetes como a aquella época en la que la física en los videojuegos empezó a ser magia pura: el impacto que supuso ver en Half-Life cómo un bidón rodaba de verdad, o los indies más gamberros que hicieron del tropiezo su bandera (QWOP, Octodad…). Aquí todo eso se mezcla en miniatura, con un juguete cabezón que convierte cada pasito en una aventura épica.

Y si te lo estabas preguntando, A-RED no solo camina a trompicones: también dispara un láser, usa un jetpack para llegar a sitios imposibles y enciende una linterna cuando el taller se queda a oscuras. Habilidades simples, sí, pero que le dan variedad. Además… ¿Qué hay más molón que un robot con jetpack?


A-RED Walking Robot es uno de esos indies que llegan sin hacer ruido, pero se quedan contigo porque saben hacerlo muy bien. Apuesta todo a unas físicas que lo definen de principio a fin y a un diseño que convierte la torpeza en virtud. Difícil, sí, pero siempre justo. Un título pequeñito en escala, enorme en personalidad, y de esos que te hacen sonreír, incluso cuando acabas otra vez patas arriba contra la pata de la mesa.

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